Hemos indicado que los dioses más notables del hinduismo son Visnú y Shiva, de los que hablamos a continuación.
Laksmi, la esposa del primero, se venera como diosa de la prosperidad. Un principio femenino, que se representa como diosa y que recibe el nombre de Sakti, supone la energía creadora y constante del universo.
Este culto a deidades de naturaleza opuesta a la masculina se centra en Devi, la esposa de Shiva, la madre universal, a la que se llama Durga, Gauri, Parvati, Kali, Ambika, etc.; sus ceremonias propenden a lo sombrío, mágico y erótico.
Un ser supremo que goza de mucha popularidad es Hanumán, dios-mono; también puede citarse como sobresaliente la descendencia de Shiva, o sea sus hijos Skanda-Karttikeya, dios de la guerra, y Ganesha, dios de cabeza de elefante, de simpática naturaleza, puesto que proporciona la buena suerte y aparta los obstáculos del camino de los hombres.
Aunque el sectarismo exista sólo en potencia, y ningún hindú se resiste a rezar en templos de sectas opuestas a las suyas, los secuaces de un credo dado procuran distinguirse por símbolos y señales que se pintan en la frente, la cabeza, faz o manos, sobre todo en las dos primeras. La trinidad hindú o trimurti se compone de los dioses Brahma, Visnú y Shiva: el primero es creador, el segundo conservador y el tercero destructor.