martes, 18 de septiembre de 2018

LA ASTROLOGÍA MAYA


Los observatorios astronómicos de los mayas en Copán y Chichén Itzá, entre otros, han llamado poderosamente la atención de los investigadores. Entre ellos, Víctor von Hagen ha estudiado detalladamente los profundos conocimientos que manejaban los mayas. Eminentes autoridades en astronomía han debido reconocer que los mayas del antiguo imperio tenían conocimientos muy superiores a los que habían alcanzado los egipcios anteriores a Ptolomeo.

Los egipcios tenían un año calendario fijo de sólo 365 días de duración. El tiempo exacto que necesita la tierra para dar una revolución completa alrededor del sol, según la ciencia moderna, requiere 365,2422 días para efectuarse. Los antiguos sabios mayas comprendieron perfectamente esta discrepancia entre su año calendario y el año trópico verdadero y a través de sus profundos estudios, lograron corregir el error acumulado en cualquier momento de su era cronológica. Cabe destacar que la fórmula de corrección calendárica concebida por los antiguos sacerdotes astrónomos mayas, en los tiempos remotos de los siglos VI y VII de la era cristiana, era ligeramente más exacta que la propia corrección gregoriana del año bisiesto introducida sólo en el año 1582, por el Papa Gregorio XIII.



El siguiente cuadro, preparado por Víctor von Hagen, así lo demuestra:

Duración del año juliano sin corregir: 365,2500 días. Duración actual año gregoriano, corregido: 365,2425 días. Duración según antigua astronomía maya: 365,2420 días. Duración del año según astronomía moderna: 365,2422 días.

La corrección del Papa Gregorio es 3/10,000 partes de un día demasiado "larga", mientras que la antigua corrección maya era sólo 2/10,000 partes de un día demasiado "corta" .

¿Cómo consiguieron los mayas tal grado de exactitud en sus conocimientos astronómicos sin contar con los elementos modernos? Simplemente construyendo observatorios astronómicos al promediar el primer milenio de nuestra era.

Los Templos-Observatorios de los mayas eran elevados. Llegaban a tener de 20 a 45 metros de altura, lo que les permitía tener una visual libre de interferencias. En una cámara oscura del templo, en la cumbre de la pirámide, colocaban un par de palos cruzados y desde tal punto de observación anotaban el lugar donde salía y se ponía el sol, la luna o Venus, tomando como referencia algún detalle natural del paisaje, como, por ejemplo, el picacho de una montaña. Cuando el cuerpo celeste se elevaba o se ponía, según el caso, detrás del mismo punto tomado como referencia, por segunda vez, se había hecho una revolución sinódica completa, es decir, había regresado a una posición en el cielo desde que se había comenzado su observación desde la tierra. Así los mayas lograron medir el movimiento de los cuerpos celestes y predecir los eclipses y la salida y puesta de los astros y señalar cuándo debían quemarse los campos para prepararlos para la siembra del maíz.

El crepusculario.
 
Al igual que otros pueblos de la antigüedad, los mayas no escapan al influjo de la azul estrella que a veces anuncia el fin de la noche y otras el fin del día. Así, los viejos sacerdotes-astrónomos llegaron a conocer muy bien el planeta Venus, a quien llamaban indistintamente "Noh ek", la gran estrella, o bien, "Xux ek", la estrella avispa.

Von Hagen muestra nuevamente su admiración al encontrar en el "Códice de Dresde" un calendario de Venus que podía usarse en total por trescientos ochenta y cuatro años.

Según los estudios actuales el año calendario de Venus, observado desde la tierra, tiene una duración estimada en 583,92 días. Los mayas, que sólo conocían los números enteros, le dieron una duración de 584 días, aun cuando sabían que era algo menor.



Y no sólo sabían de Venus, también tenía para ellos gran importancia la Estrella Polar, ya que su aparente inmovilidad la transformaba en un faro que guiaba el paso de las otras constelaciones.

A las Pléyades las conocían como "tzab", palabra cuyo significado designa los cascabeles de la serpiente de igual nombre.

Hay quienes estiman que los mayas poseían un Zodíaco propio, compuesto por trece casas en vez de las doce de los zodíacos conocidos. Quienes así piensan estiman que tal Zodíaco podría estar descrito en parte del Códice Peresiano.
 
 

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