Aunque el confucianismo fue la tercera religión nipona hasta los comienzos del presente siglo, cuando empezó a desplazarlo el cristianismo, no tuvo una influencia siquiera remotamente comparable a la del budismo. Éste, que había perdido toda su importancia en el país de origen, la India, cruzó el mar desde Corea e informó, modeló y colmó toda la vida japonesa: ciencia, literatura, artes, costumbres, etc.
La historia del budismo en Japón se puede resumir de esta manera:
Llegado al archipiélago hacia el año 552 d. de J. C., conoció un período de introducción que duró, más o menos, hasta el siglo VIII. Si se aceptó en aquel momento, fue a título de instrumento de la civilización china, muy superior a la japonesa.
Desde el siglo IX al XII, que corresponden al período de Heian, capital llamada más tarde Kyoto, el budismo, como otros elementos culturales del imperio chino, fue aceptado por las clases superiores del Japón hasta que se convirtió en parte integrante de la vida religioso-cultural de las mismas, paralelamente al sintoísmo, que subsistió como la fe del pueblo.
Hasta el siglo XVI, la religión de Buda tomó carta de naturaleza en las islas y llegó a ser el credo que siguieron todos los japoneses.