De todos los sistemas de adivinación quizás el más polémico, el que suscite más opiniones a favor o en contra, sea la Astrología.
Generalmente los consultantes de otros sistemas adivinatorios no se plantean las mismas interrogantes que los lectores de horóscopos: la adivinación por medio de barajas o por las líneas de la mano, por citar sólo dos ejemplos, son aceptados de entrada o rechazados de plano: no creo que a nadie se le ocurra discutir con una quiromántica ocasional sobre la verdad científica de la lectura de las líneas de la palma de una mano. Casi siempre ocurre que los consultantes de otros sistemas acuden a ellos por curiosidad, por necesidad o por una natural inclinación hacia el ocultismo.
Pero en la Astrología hay un poco de todo eso y algo más. Es difícil dar con una persona que nunca haya leído un horóscopo, aunque sea de esos que proliferan en la prensa, y mucho más difícil es que alguien desconozca a qué signo del Zodíaco pertenece. Y es porque, más que buscando una predicción, se busca en la Astrología el verse reflejado en las características que se describen en los signos, o bien para conocer al amigo o a la persona amada o, por ir un poco más lejos, saber las afinidades y los días favorables.