miércoles, 19 de septiembre de 2018

PALENQUE


"Las pirámides de América, a diferencia de las pirámides de Egipto, no son túmulos funerarios. Su objeto es sólo construir santuarios en altura".

Este dogma fue sustentado por todos los arqueólogos hasta mediados del siglo XX. No daremos el nombre del principal arqueólogo sustentador de esta tesis, porque en otros aspectos de su quehacer es realmente notable su aporte a la investigación arqueológica precolombina.

Fue entre 1951 y 1952 cuando todas las teorías se derrumbaron. Desde 1940, el gobierno de México había iniciado una tarea de limpieza y restauración de las ruinas mayas. En 1951, el arqueólogo Alberto Ruz L'Huillier, descubrió una losa en el piso del Templo de las Inscripciones. Después de levantarla encontró una escala descendente. A unos dieciocho metros de profundidad había una puerta custodiada por seis momias. Tras ella había una tumba. El sarcófago estaba cubierto por una gran losa que mostraba una extraña e inquietante figura en relieve. En su interior, un cadáver con máscara de jade, joyas y una enorme perla en forma de pera.




El sarcófago del Templo de las Inscripciones de Palenque derrumbaba el dogma de la Arqueología precolombina y daba inicio a todo tipo de controversias. La losa representaba para unos, a "un cosmonauta dirigiendo su nave espacial"; para otros, era la tumba de "un dios volador"; para los ofendidos arqueólogos "oficiales", era la representación de un rito relacionado con la agricultura.

El cadáver correspondía a un individuo de un metro y setenta y tres centímetros de altura. Definitivamente se ha asegurado que corresponde a un "gran señor Maya". Los mayas no sobrepasan el metro sesenta de altura...

La Historia.

Los nativos dieron el nombre de Palenque, casas de piedras, a esta monumental ciudad maya, ignorándose cuál sería su verdadero nombre. La ciudad, casi enteramente cubierta por la selva, sólo fue descubierta en 1773, cuando un indio hizo saber a un misionero la existencia de las ruinas.

En conocimiento de este hecho, el ilustrado monarca Carlos III envió una expedición a cargo del capitán Antonio del Río y de unos expertos italianos a fin de proteger las antigüedades de Palenque, ya que este rey deseaba ilustrar una Historia de la América precolombina.

El sector desbrozado permite reconocer seis edificios relativamente bien conservados. Entre ellos, el grupo de los palacios, el Templo de las Inscripciones, el Templo de la Cruz Foliada, el Templo del Sol y el Templo de la Cruz Lobulada. Cabe mencionar también un acueducto techado que permite llevar agua a la ciudad desde un arroyo cercano. El grupo de palacios ocupa el centro de las ruinas hasta ahora desbrozadas y es tan impresionante como los de otras ciudades mayas, tanto de Yucatán como de Guatemala.

La superconstrucción del grupo de palacios consiste en una plataforma al norte, en la cual se apoyan los edificios principales, y una terraza inferior al sur en que se encuentra un edificio secundario. Las aguas del río que han minado la ladera y roto la obra de mampostería, permiten descubrir las paredes verticales del revestimiento original por los lados sur y este.

Hay doce edificios independientes que se diferencian mucho en cuanto a sus rasgos de construcción, pero están unidos por medio de paredes de enlace, formando así un verdadero grupo. Los edificios constan de dos cámaras angostas techadas por altas bóvedas de piedra. Los pilares exteriores están decorados con figuras humanas moldeadas en estuco duro y circundados por un borde de ornamentación. El estilo arquitectónico y los rasgos de construcción de los edificios del sector Norte son casi idénticos y también poseen bóvedas de piedra. La bóveda exterior se supone que debió ser continua, y alrededor de ella se abrían más de cuarenta puertas separadas por pilares.

En el palacio hay dos grandes patios de acabado similar. El del noreste es el mayor y el del suroeste se distingue por una torre. Esta es una obra de cuatro pisos, con una escalera que asciende casi hasta el techo, ya que su último peldaño se encuentra a escasa distancia de éste. Los espacios interiores no sirven más que de pasillos entre ventana y ventana y de una escalera a otra, siendo así que las únicas salas que hay son unas pequeñas cámaras oscuras en la segunda falsa arcada. Esta torre parece haberse usado como un medio de defensa o para celebrar algunas ceremonias, o bien como atalaya.

El primer piso lo ocupa principalmente una escalera de unos nueve peldaños hasta el segundo piso. Ascendiendo por ella se encuentra a la mitad de un piso ciego que ocupa un espacio irregular alrededor de la columna de la escalera. Los pisos más altos de esta construcción se encuentran hundidos y cubiertos de ruinas.

Los trabajos de escultura más importantes se encuentran en los dos grandes patios del palacio y abundan en los pilares y pasillos, representando figuras humanas adornadas con collares, brazaletes y vestidas con una capa que cuelga grácilmente de los hombros y tocadas con penachos de plumas. Están rodeadas de jeroglíficos, posiblemente alusivos a ellas. Para decorarlas, los artistas usaron vivos colores que aún hoy día conservan su brillo, pese a la acción destructora del tiempo.

El Templo de las Inscripciones se encuentra sobre la cima de una pirámide, que en un comienzo fue tomada por una colina por los arqueólogos. Es uno de los mayores edificios y se encuentra bien conservado. Contiene dos grandes lápidas colocadas a los lados de la puerta del santuario y una tercera en la parte posterior que sólo contiene jeroglíficos. Existen seiscientas de estas inscripciones. En el interior de la pirámide, bajo el Templo, fue encontrada la tumba que echó por tierra los dogmas arqueológicos. Otros rasgos notables son los adornos de su estuco exterior. Las caras exteriores de cuatro pilares presentan figuras de mujeres de tamaño natural con niños en los brazos.

El Templo del Bello Relieve está muy deteriorado. El derrumbamiento de su patio exterior ha ocasionado la caída de su fachada y de algunas secciones de las paredes. Sus rasgos más interesantes son el basamento, con escaleras que desde el piso del santuario conducen a la parte inferior de aquel, y el bajo relieve de estuco que ocupa la parte central de la pared posterior. Este bajorrelieve consiste en una sola figura, casi de tamaño natural, sentada en un trono que a derecha e izquierda remata en cabezas de tigre. Los perfiles del relieve dan una idea aproximada del arte y la técnica de los artistas mayas.

El Templo del Sol está bastante bien conservado. Sus ruinas se encuentran en un montículo que recuerda, también, vagamente una pirámide. En esta construcción existe también la doble bóveda, y el corredor posterior se halla dividido en tres compartimentos, encontrándose el santuario en el del centro. Hay en la pared de esta cámara una lápida de piedra que la cubre totalmente. Forma un grupo escultórico perfecto rodeado de jeroglíficos. Los principales personajes aparecen en actitud de ofrendar. Las figuras se apoyan en las espaldas de seres humanos. Al pie de la lápida se ven dos figuras sentadas con las piernas cruzadas, una de las cuales se apoya con la diestra en el suelo y con la mano izquierda sostiene una mesa. La actitud de la otra es idéntica, pero en sentido inverso. La mesa descansa sobre sus cervices inclinadas y la contorsión de sus facciones expresa su sufrimiento. Sobre la mesa descansan dos bastones colocados en forma de cruz que sirven de apoyo a una terrorífica máscara con los ojos sumamente abiertos y con la lengua colgante.

El templo de la Cruz (o Cruz Foliada) es otra de las importantes construcciones de Palenque. Se encuentra a unos ciento veinte metros al Este del Grupo de los Palacios, en la margen izquierda del río Olotum. Se levanta sobre la base de una pirámide de piedra y tiene forma rectangular. Toda la parte anterior está cubierta de adornos de estuco. Los pilares exteriores llevan jeroglíficos. Lo que ha hecho famoso a este Templo es la lápida de la Cruz. En ella aparecen dos figuras que miran hacia la cruz. Una de ellas en actitud de ofrenda. Algunos han pensado que el grupo representa una ceremonia religiosa celebrada junto a la cruz, sobre la cual se destaca un ave recargada de adornos. Parece que la figura de la derecha representa a un sacerdote y la que está a la izquierda de la cruz, un joven. Los misioneros quisieron que la cruz representara un símbolo del cristianismo, pero, en realidad, parece ser un árbol de la vida, estilizado, símbolo de la tierra y la lluvia, que le permiten crecer y fructificar.


Desde que Palenque entró en la historia, representa la culminación del arte maya, tanto en arquitectura, diseño y escultura. Todos los edificios están cubiertos de jeroglíficos que indican fechas y acontecimientos históricos y que durante mucho tiempo fueron una incógnita hasta que fueron descifrados, gracias al esfuerzo de investigadores como Charney, Blom, Morley, Spinden, Thompson, Martínez Hernández, Beyer y Ruz L'Huillier. Ultimamente, se ha recurrido incluso a la computadora para descifrar estos enigmas, como lo ha hecho el investigador Knorosov.

La historia nos dice que en el año 162 de la era cristiana, cuando Roma alcanzaba su máximo poderío, los mayas comenzaban a escribir su historia también y ya en el año 642, diez años después de la muerte de Mahoma, construían la maravillosa ciudad de Palenque en la selva tropical de la actual Chiapas.

Esta ciudad Estado del período clásico de los mayas mantuvo su esplendor por más de dos siglos. Su decadencia comienza en el siglo IX de la Era Cristiana. Cuando en 1697 Martín de Urzúa se apodera de Tayasal, la última capital itzá-maya, poniendo fin a lo que quedaba del Imperio Maya, Palenque ya era un montón de ruinas.

Un renombrado investigador ha sostenido que los mayas fueron los griegos del nuevo continente. En efecto, la Cultura Maya fue la más importante entre todas las de América Central y ejerció enorme influencia sobre las demás, especialmente sobre la azteca, similar a la de los griegos respecto de los romanos.

Los mayas ocuparon una zona que comprende los actuales estados mexicanos de Yucatán, Campeche, Chiapas, Tabasco y Quintana, Guatemala y parte de Honduras y Belice, abarcando aproximadamente un área de más de 300.000 kilómetros cuadrados. En la actualidad, el pueblo maya habita más o menos el mismo territorio y está compuesto por cerca de dos millones de personas, que hablan la lengua maya y sus dialectos. Entre ellos se cuentan los "lacandones" tribu que ha escapado totalmente al mestizaje y que conserva antiguos ritos religiosos en que los alucinógenos tienen gran preponderancia.

Por los estudios que ha efectuado la antropología se cree que son un pueblo de origen asiático, con netos rasgos mongóligos: mancha mongólica en la base de la columna vertebral y la llamada "mano china", por la disposición de las líneas de la palma. Todas las tradiciones estudiadas señalan el Norte como punto de origen de su primitiva emigración hasta llegar al territorio que hasta hoy ocupan.

El actual pueblo maya es de baja estatura; la media del hombre es un metro y cincuenta y cuatro centímetros, y la de la mujer, un metro y cuarenta y dos centímetros. Son robustos, de hombros anchos, brazos largos, manos y pies pequeños, fuerte armazón ósea que se manifiesta en la ausencia de caries dentales. El color de la piel es cobrizo y son casi lampiños. Su período vital es muy corto, por debajo de los cuarenta años de edad y sufren una alta tasa de mortalidad infantil.

Se supone que la migración maya asentada ya en una cultura sedentaria apoyada en el cultivo del maíz y de la calabaza es contemporánea al comienzo de la era cristiana, aun cuando ya antes dominaban la cerámica y los tejidos. El primer dato histórico fidedigno se consigna en una estela de Tikal, que corresponde al año 292.

La historia maya se divide en dos grandes períodos: Antiguo Imperio (o clásico) y Nuevo Imperio. Debido a la costumbre maya de erigir estelas conmemorativas cada veinte años, ha sido posible establecer una cronología del Antiguo Imperio. La primera data del año 292 y la última del año 889, encontrada en Uaxactún. Los dos siglos finales del Antiguo Imperio, más o menos entre los años 731 y 987, muestran a los mayas en todo su esplendor.

Sobresalen los centros culturales de Palenque, Yaxchilán y Piedras Negras. No hay antecedentes históricos que señalen las causas del desmoronamiento del Antiguo Imperio. El Nuevo Imperio, como tal, dura hasta 1194. Sus principales centros fueron Uxmal, Mayapán y Chichén Itzá.

Entre los dioses del Imperio Maya sobresalen, en primer lugar, el Sol y la Luna, que recibieron siempre veneración y a los cuales se dedicaron templos y esculturas. Preside el Panteón Maya Itzamná, representado por un viejo narigudo y barbado. Chac ocupa el segundo lugar y es importante por ser el dios de la lluvia. El viento tenía por dios a Kukul-Kán, la serpiente emplumada, que es el Quetzalcoatl de los nahuas aztecas. También adoraron a Venus, el lucero matutino o vespertino, y a los genios de los maizales. Hasta hoy, la religión maya se mantiene confusa y oscura, no habiendo una clara definición de los antropólogos sobre la materia.

Entre los rituales más importantes estaba el de la iniciación de los jóvenes al llegar a la pubertad, del cual estaban excluidas las mujeres. Sacrificios humanos sólo se sabe con exactitud que los hubo en el Nuevo Imperio por influencia de los aztecas, como se ha comprobado en el Cenote o Pozo de los Sacrificios de Chichén Itzá. En todos los rituales los oficiantes siempre vestían del sagrado color azul heredado del Antiguo Imperio.

La destrucción de los antiguos códices mayas no ha permitido tener una información más exacta sobre su cultura y su historia. Hay que remitirse casi exclusivamente a la arquitectura, escultura y bajorrelieves y a los frescos (famosos y hermosísimos son los De Bonampack). De los Códice sólo tres se han salvado, permitiendo tener alguna idea sobe cronología, especialmente. Son: el "Dresdensis", conservado en Dresde, el "Tro-Cortesianus, en Madrid, y el "Perezianus", en París.

Los misioneros, al enseñar a escribir a los indígenas, permitieron que estos escribieran relatos sobre los códices perdidos. Estos escritos son el "Chilam Balam" o "Libro de las Adivinaciones" y el "Popul Vuh", o "Libro de los Quichés", obra notable que contiene fragmentos de cosmogonía, religión, relatos de las emigraciones y mitología.


 

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