Es difícil hallar relación entre la mitología babilónica y la figura del cangrejo. El nombre babilonio significa «el malo» o «el rebelde», nada más. Por el contrario, los griegos pronto se hicieron con una leyenda para justificar esta atribución zodiacal.
En los pantanos del Herna, Hércules fue mordido en un pie por un cangrejo de agua dulce, el cual, por esta hazaña, fue divinizado y transportado al Olimpo por Juno, enemiga del semidiós. Esto explica la creación del dúo Apolo-Hércules en el signo de Géminis, en el que se pone a Hércules para justificar la presencia de Cáncer en el signo siguiente.
Según otra explicación, en esta época del año el Sol llega al trópico y empieza a caminar hacia atrás como los cangrejos, lo cual hace patente el símbolo.
En el terreno mitológico, Manilio es tajante al escribir:
«Vos, Mercurio, presidís en Cáncer.»
Por tanto, es la historia de este dios la que ahora veremos. Mercurio (o Hermes) era hijo de Júpiter y de una mujer llamada Maya, hija a su vez del gigante Atlas. Nació en forma de bebé, movió a Juno a la compasión, a pesar de que ésta solía mostrarse celosa de los hijos naturales de su divino esposo. Cuando Juno fue a dar el pecho al pequeño Mercurio, según nos cuenta la leyenda, la leche brotó en tal abundancia que formó la Vía Láctea.