martes, 11 de septiembre de 2018

LA CIUDAD DE LOS ÁRBOLES


En los confusos viajes y narraciones de los expedicionarios a la Ciudad de los Césares, no poco contribuyó a aumentar esta confusión el hecho de que en el Sudoeste argentino, cerca de Nahuelhuapi se encontraran restos de construcciones y bosques de manzanos, indudablemente cultivados por españoles.
 
Quien da a conocer una versión sobre el posible origen de la Ciudad de los Arboles es el escritor argentino don Estanislao Zevallos y fue recogida posteriormente por el escritor chileno don Francisco Fonck en "Libro de los Diarios de Fray Francisco Menéndez", publicado en Valparaíso en 1900.

Sobre el origen de la legendaria Ciudad de los Arboles, dice Fonck:



"...nos permitimos emitir con este motivo la conjetura que haya sido fundada por los antiguos vecinos de Villarrica como una etapa en su camino a Buenos Aires. Ella quedaría abandonada después de la caída de su cabecera fundadora, mientras sus plantaciones seguirían vegetando en ese oasis del desierto, dándonos un testimonio y tierno recuerdo de sus desventurados moradores.
 
Sería esta una base positiva a una variante de la poética tradición de los Césares, que supone que la ciudad encantada de los españoles fue fundada por los "osorneses", es decir, los sobrevivientes de las ciudades australes destruidas.
 
Como la fantasía popular tendía a poblar los desiertos de la América con alguna ciudad fabulosa de españoles perdidos en sus atrevidas peregrinaciones, y como los náufragos del Estrecho no podrían haber alcanzado tan lejos para poblar en la región entre Mendoza y Nahuelhuapi, la fábula echó mano de los desgraciados fugitivos de Villarrica, Osorno e Imperial, poniéndolos a salvo en las pampas del Este, pero reclusos del contacto con el resto del mundo.
 
La conservación espontánea por casi tres siglos de esos restos de una civilización efímera y muy poco conocida, en medio de un inmenso territorio de desolación y de barbarie, es un fenómeno por demás curioso y digno de un estudio especial.
 
Mientras que en otras partes del mundo los monumentos de la antigüedad, muchas veces de proporciones grandiosas, recuerdan en la actualidad las fases de la historia legendaria del hombre, poseemos aquí un testimonio de clase enteramente diversa, que sin ser monumental no es menos durable, por ser vivo, y revela de una manera no menos elocuente que aquellos, la existencia de hombres civilizados, cuya historia descansa sólo en la tradición. En resumen, no podemos menos de tributar a los valientes pobladores de Villarrica y Osorno, nuestra admiración por sus obras emprendidas para afianzar su dominio al oriente de los Andes, descollando entre ellas el camino a Buenos Aires y la misión del lejano lago Nahuelhuapi, la que nos interesa especialmente por ser su asiento el único punto geográfico de situación trasandina austral cuyo conocimiento y nombre se hayan conservado desde el tiempo de la Conquista".
 
Don Francisco Fonck y don Fernando Hess efectuaron tal vez la última expedición a Nahuelhuapi siguiendo los relatos del padre Francisco Menéndez y tras el derrotero del origen de las leyendas de ciudades perdidas en el austro del Continente.

 

No hay comentarios:

Publicar un comentario