Como se sabe, el Sol es el centro de nuestro sistema planetario, y los nativos de este signo casi asumen estas características: tienen un deseo intenso (que puede ser frustrado o no) de sobresalir, de ser el centro de las situaciones y de las comunidades a las que pertenecen, ya se trate de la familia, del trabajo o de un rol político o social en el que se sientan inmersos.
Leo es sincero, abierto, leal, seguro de sí mismo, y se colocar en la vida en una posición de afirmado dominio. Los Leo, de hecho, tienden a manipular el ambiente y tienen una inclinación por el poder.
Fieros y audaces, tienen un acentuado conocimiento de su propia fuerza y valor, que utilizan para emerger y para conquistar el primado al que aspiran.
Indiferentes a las críticas, son muy generosos y amantes del buen gusto. Tienen una gran necesidad de relaciones sociales y afectivas, son orgullosos, tienden mucho hacia su prestigio personal y en general pueden dejarse condicionar frecuentemente por las apariencias.
Leo es un signo de fuego, segundo después de Aries, pero mientras el fuego de Aries es anárquico, indomable, desenfrenado, el fuego de Leo es más razonable, orientado hacia el Yo, consagrado a su magnificencia.
Como el símbolo que lo caracteriza, el León, el rey de los animales, el nativo de este signo tienen en sí una natural soberanía: tiene imperiosas, vitales, instintivas reivindicaciones amorosas, reacciones fuertes y rápidas, certeza, coraje, ambiciones, sed de conquista único, el mejor, el dominador de la escena.