viernes, 15 de junio de 2018

LA MAGIA EN EL ANTIGUO EGIPTO


Los magos egipcios, además de poseer, como los caldeos, muchos secretos para sorprender a la multitud, tenían grandes conocimientos astronómicos y meteorológicos que les permitían adivinar los fenómenos naturales, dándose aires de haberlos producido, con lo cual parecía que les estaba sometida la naturaleza y hasta la misma Divinidad, como acontecía con los magos de la India.

Creían los sacerdotes egipcios, o más probablemente aparentaban creer que los dioses debían indeclinablemente acudir cuando los evocaban llamándolos por su nombre, de donde provino la mágica virtud atribuida a ciertas fórmulas de encantamientos, cual si toda la eficacia de ellos pudiese depender de la elección de las palabras.

Es bien sabido y perfectamente demostrado por muchas esculturas e inscripciones que han venido a corroborar el testimonio de antiguos escritores, que los egipcios se dedicaron con mucho ahínco a la astronomía, ciencia en la cual llegaron a hacer grandes progresos; pero abusaron de ella cultivando la astrología a adivinación por medio de los astros, así como exagerando por vanidad las fechas de sus anales, han merecido que la crítica moderna condenase su vanidad diciendo que los miles de siglos por ella inventados no son más que leyendas calendarías.


Confundiendo inconscientemente o a propósito la influencia de la atmósfera con la de los astros, cada miembro del cuerpo humano estaba sujeto según ellos en vida y en muerte a la acción de estos, por lo cual invocaban en los casos de enfermedad al cuerpo celeste especialmente encargado de la custodia de la parte enferma y proclamaban el principio de que todos los humanos están desde el día de su nacimiento sujetos al influjo de una estrella. Todas las doctrinas referentes a la magia, la astrología y la alquimia, o como diríamos hoy, a las ciencias físicas y naturales, formaban un conjunto enciclopédico contenido en los libros sagrados, cuyo origen se atribula al dios Thoth, divinidad que presidia las ciencias.

Se cree que esta deidad no era sino la divinización del legislador y sabio más antiguo de aquella nación a la cual debemos el método de división del año con arreglo a la marcha aparente del sol y la luna y el alfabeto y que tenia un observatorio astronómico en cada templo.

Thot, o Hermes, como le llamaron los griegos, compuso varios libros referentes a diversas ciencias y artes. Estos libros se han perdido con el trascurso de las edades; pero han quedado de ellos algunos fragmentos pertenecientes a dos tratados, el Pimander o sea El Pensamiento divino y el Asclepios, nombre del discípulo al cual estaba dedicado.
 
Felizmente ellos bastan para convencernos de que el fundamento filosófico de la antigua civilización egipcia, en lo que concernía a las clases ilustradas de la sociedad, fue un elevado espiritualismo.


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