domingo, 11 de septiembre de 2016

JÚPITER Y DANAE


Un rey de Argos, Acrise, tuvo la ocurrencia de a consultar el oráculo de Delfos, sobre su porvenir.

A veces, el deseo de penetrar en los arcanos del Destino acarrea consecuencias desagradables. Así le pasó al rey:

El oráculo le impulsa a desconfiar de un nieto que debía quitarle el trono y la vida.

Acrise, al principio, olvidó advertencia, porque empezaba por no tener nieto alguno y su hija única, Dánae, no se había casado. ¿Qué podía temer?

Después de meditarlo bien, pensó que la prudencia era la llave de la seguridad y decidió encerrar su hija en un castillo de muros inexpugnables, hermético, con puertas de bronces.

El hombre quedó tranquilo confiado, sin preocuparse para nada de la triste situación en que dejaba a la joven princesa.

Pero Júpiter, cuyo corazón era mucho más tierno, tuvo piedad de la pobre prisionera y llegó hasta ella bajo apariencia de una lluvia de oro, de la que nació Perseo, Acrise, pues, era el abuelo y las predicciones del oráculo estaban en camino de realizarse.
 

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