martes, 10 de julio de 2018

...Y TODO SURGIÓ DE LA NADA, LEYENDA MAYA


Así sucedió. O al menos, así cuentan que sucedió.
 
Había calma. Había silencio. Inmovilidad. Todo estaba callado y vacío. Así, por toda la extensión del cielo. No existía aún, hombre ni animal alguno. Ni peces, ni pájaros, ni árboles, ni piedras...
 
Nada se manifestaba en la faz de la tierra. Absolutamente nada. Sólo estaban el mar calmoso y el cielo en su total plenitud. No había nada unido, nada que hiciese ruido, ni cosa alguna en movimiento. Nada en pie. Sólo el agua reposando, el mar apacible y tranquilo. Nada que estuviese dotado de existencia vivía. Solamente inmovilidad, silencio y absolutas tinieblas.
 
Únicamente el Creador, Tepeu, Gucumatz, los Progenitores, se encontraban en el líquido elemento envueltos en luz. Se escondían bajo las plumas verdes y azules, por eso se les llama Gucumatz. De importantes sabios, de profundos pensadores en su naturaleza. De esta forma existía el cielo y también el Corazón del Cielo, que tal es el nombre de Dios y así es como se llama.


Llegó aquí entonces la palabra, vinieron juntos Tepeu y Gucumatz. Dialogaron, pues, consultándose entre sí y meditando; llegaron a un acuerdo formando una simbiosis con sus palabras y su entendimiento.
 
Se manifestó en aquel momento sin lugar a ninguna duda, en tanto meditaban, que cuando llegase la claridad debía aparecer el hombre. Dispusieron a partir de ese instante la creación y el crecimiento de los árboles y bejucos y el nacimiento de la vida y la creación del hombre.
 
En las tinieblas y en la nocturnidad se decretó de esta forma por el Corazón del Cielo, que se llama Huracán. El primero se llama Caculhá Huracán; el segundo Chi-pi-Caculhá, y el tercero es Raxa-Calcuhá. Y estos tres son el Corazón del Cielo.
 
Vinieron unidos Tepeu y Gucumatz; conferenciaron sobre la vida y la luz, cómo se hará para que aclare y amanezca, quién será el que produzca el alimento y el sustento.
 
«¡Hágase así! ¡Que se llene el vacío! ¡Que estas aguas se retiren y desocupen el espacio, para que surja la tierra y se afirme! No existirá gloria ni grandeza en nuestra creación hasta que aparezca la criatura humana, el hombre formado.»
 
De esta manera hablaron cuando la tierra fue creada por ellos. Así fue, en realidad, cómo se formó la tierra.
 
«¡Tierra!», dijeron, y al momento se convirtió en un hecho.
 
Como la neblina, cual la nube y lo mismo que una polvareda fue la creación, cuando surgieron las montañas del agua, y al instante crecieron. Solamente por un prodigio, únicamente por arte de magia se realizó la formación de las montañas y de los valles, y al instante brotaron al unísono los cipresales y pinares en la superficie.
 
De esta forma quedó rebosante de alegría Gucumatz, diciendo:

—¡Buena ha sido tu venida, Corazón del Cielo; tú, Huracán, y tú, Chipi-Caculhá, Raxa Caculhá!
 
—Nuestra obra, nuestra creación será terminada. respondieron.
 
Primero se formó la tierra, las montañas y los valles; se dividieron las corrientes de agua, los arroyos se fueron corriendo libremente entre los cerros, y las aguas quedaron separadas cuando aparecieron las altas montañas.
 
Ésta fue la creación, cuando lo dispusieron el Corazón del Cielo, el Corazón de la Tierra, que así son llamados los que primero la fecundaron, cuando el cielo estaba en suspenso y la tierra se encontraba oculta debajo de las aguas. De esta forma se perfeccionó la obra, cuando la ejecutaron tras pensar y meditar sobre su feliz culminación.

Fuente:
Popol-Vuh. Las antiguas historias del Quiché.


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