miércoles, 25 de julio de 2018

CARACTERÍSTICAS DEL SIGNO DE PISCIS


En la más antigua versión babilonia este signo se denominaba Colas; después, en una versión más reciente, recibió el nombre de Pez Golondrina. Al parecer, de esta combinación de Cola y Pez nació el signo zodiacal tal como ha llegado hasta nosotros.
 
Los griegos, en cuya mitología apenas aparecen los peces, tuvieron que hacer un gran esfuerzo para descubrir en sus leyendas alguna alegoría que pudiera justificar este símbolo. Pero, como escribe Manilio: «Neptuno reivindica en el cielo a los peces como origen de su imperio», lo cual permitió incluir sin más dificultades a estos habitantes del Éufrates en el mundo griego.
 
Neptuno era hijo de Saturno y de Rea, su hermana. Nos inclinamos a creer que la influencia del planeta Urano ha sido «determinada» de acuerdo con las características de Acuario, cuyo dominio se le atribuía. Lo mismo puede decirse de Neptuno con relación a Piscis. No, por tanto, de Júpiter y Plutón.


Después de su nacimiento, su madre tuvo que esconderlo entre un rebaño de corderos, para que pudiera escapar de la voracidad de Saturno. Dio en su lugar un pollo a su marido, quien por lo visto no debía ser muy cuidadoso, pues llegaría después a comerse una piedra en vez de Júpiter. Los hermanos se unieron entonces para derribar a su padre y se repartieron el mundo, correspondiendo a Neptuno la plena soberanía de las aguas.

En realidad, el mar tenía ya su diosa titular, Anfitrita, una de las Oceánidas, hijas de Tetis. Se decía que todo pez, toda ola y todo monstruo salido de las profundidades le pertenecía. Neptuno la vio bailar un día con las Nereidas y se prendó de ella. La raptó, pero Anfitrita consiguió escapar y encontró asilo en el palacio del dios Océanos. Neptuno envió a sus delfines por todos los mares en busca de la joven y uno de ellos la encontró y la convenció para que aceptara ser la esposa legítima del dios. Luego se la llevó a Neptuno, quien, en recompensa, lo sacó del mar y lo colocó entre las constelaciones celestes. Anfitrita se convirtió entonces en esposa de Neptuno y éste adquirió así la soberanía indiscutible sobre el mar. De la unión nacieron numerosos hijos, el más célebre de los cuales fue Tritón.

 
Como todo dios del Olimpo que se respetara, Neptuno no fue un marido fiel y la crónica de sus amores extraconyugales es tan larga como la de Júpiter. Se unió a Medusa y consiguió abusar de Ceres cuando la pobre andaba buscando a su hija Proserpina que acababa de ser raptada por el dios de los Infiernos. Ceres, al darse cuenta de que Neptuno la perseguía, se metamorfoseó en yegua y se escondió entre una gran manada, pero el dios del mar se percató de la estratagema y la poseyó, después de adoptar forma de caballo.
 
Fue él también quien, con una náyade cualquiera, tuvo al cíclope Polifemo, el mismo que trató de devorar a Ulises y a sus compañeros y al que el hijo de Laertes reventó el único ojo que tenía, provocando con ello las iras de Neptuno, que le hizo naufragar muchas veces antes de que pudiera arribar a Itaca.
 
Neptuno llegó a conspirar contra su hermano Júpiter, con ayuda de Juno, por lo que fue expulsado a la Tierra, al mismo tiempo que Apolo y Vulcano. Los tres ayudaron a construir las murallas de Troya y después juraron provocar la pérdida de la ciudad por habérseles negado el salario.


 
Neptuno era violento, arrebatado, irascible y rencoroso. Cuando golpeaba el mar con su tridente, se levantaban grandes olas que engullían a las embarcaciones. Sin embargo, cuando se le ofrecían sacrificios propiciatorios, sabía mostrarse generoso, calmaba las aguas, salvaba a los náufragos y permitía que las naves medio despanzurradas llegaran a buen puerto. Por ello, eran muy numerosos los templos dedicados a Neptuno, y su culto, muy difundido.

En el aspecto astrológico, el signo de Piscis es de Agua, femenino, doble y, en el cuerpo humano, rige los pies.
 
Júpiter, su primer patrón, fue destronado en beneficio de Neptuno al ser descubierto este planeta, lo cual resulta bastante lógico.
 
En lo psicológico, el nacido en Piscis suele ser indolente, emotivo, versátil, receptivo, intuitivo, indeciso y más propenso al ensueño que a la acción.
 
Se le considera también tímido, pasivo, sumiso y perezoso. Es también sentimental, enamoradizo, altruista y caritativo con todo el mundo.
 
Suele ser también susceptible a la inspiración, incluso en el campo científico, cualidad que, por su altruismo, pone al servicio de las grandes causas.
 
Finalmente, se cree que los nacidos bajo este signo sienten gran atracción por el mar y todo lo marino. Lo menos que puede decirse es que en este retrato no es muy aparente la influencia del temible Neptuno, ni tampoco la de Júpiter, dueño tradicional del signo.
 
La indecisión y la falta de voluntad nunca fueron distintivos de estas dos divinidades, ¡ni pensarlo! Es de suponer, pues, que debió existir otro modelo, sin duda de origen caldeo, que determinó el símbolo del signo y que los griegos encasillaron en él a Neptuno porque los Peces «pertenecían a su imperio».
 
 
 

No hay comentarios:

Publicar un comentario