lunes, 12 de marzo de 2018

MITOLOGÍA ESLAVA


Los eslavos, de estirpe indoeuropea, están hoy divididos en tres grandes grupos, con algunas subdivisiones que aquí se pasan por alto: orientales (rusos, ucranianos y rusos blancos), meridionales (croatas, servios, búlgaros y eslovenos) y occidentales (polacos, checos y eslovacos), todos los cuales abrazaron el cristianismo entre los siglos VII y X, por influencia de Bizancio o latina.
 
Su primitiva religión (debido al tardío conocimiento de la escritura entre estos pueblos) se conoce a través de textos posteriores a la desaparición oficial de la misma; a los datos así suministrados hay que agregar las noticias que proporcionan la arqueología y el folklore.
 
El panteón eslavo, tal como ahora se conoce, destaca por la diversidad de nombres que reciben los dioses más importantes; a pesar de ello, tienen éstos tantos rasgos comunes, que es posible remontarse a través de los hilos que ofrecen hasta la fisonomía que debió de tener el panteón original.
 
En efecto, todos los dioses ejercen su poder gracias a la figura de un caballo y se representan con tres, cuatro o más cabezas, lo que es una forma elemental de expresar la facultad de la omnividencia propia de la divinidad y que revela una noción superior de la misma.
 
 En beneficio de la claridad de la presente exposición, conviene remontarse a la situación de los eslavos en la Germania septentrional, según las más antiguas noticias históricas, es decir, a lo largo de las orillas del mar Báltico. Desde este punto de vista, pueden distinguirse los eslavos de la isla de Rügen, los del Este y los de Pomerania.
 
Los del primer grupo, reducido a la isla de Rügen, en el Báltico, parecen haber sido los más reacios a admitir el cristianismo o, al menos, los que se convirtieron a él en el último instante. Su centro cultual más importante se hallaba en Arkona, capital de la isla, y en ella las fuentes citan los siguientes nombres de deidades: Zuantevith, Suentevith y Svantovith, que denotan el mismo dios; en otros lugares de Rügen, se halla a Pizamar, Rinvit, Turupit y Puruvit (pudieran ser deformaciones fonéticas del mismo onomástico), y Tiarnaglof, quizá correspondiente por alteración al de Triglav, del que a continuación se trata. Se tiene noticia también de otros dioses de nombre, aspecto y atributos más imprecisos.

Estas divinidades se veneraban en forma de imágenes de madera de roble, en ocasiones de tamaño superior al humano, dotadas de muchas cabezas: Svantovith tenía cuatro, Triglav tres y Puruvit cinco. Los simulacros escultóricos se colocaban en templos y en bosques. Aquéllos eran construcciones de madera, de paredes esculpidas o pintadas por el exterior, con una sola puerta y tejado purpúreo.
 
Del culto se encargaban sacerdotes jerarquizados según categorías, los cuales interpretaban las suertes y los oráculos, y tenían influencia superior a la de los príncipes. Recibían un tercio del botín conquistado por el pueblo en sus guerras y dirigían las ceremonias del culto. Se basaba éste principalmente en los sacrificios y la adivinación. Los primeros, que consistían en víctimas animales y humanas, acompañadas de libaciones, se ejecutaban antes de partir para la guerra y luego de haber obtenido una victoria; la gente o pueblo participaba en ellos en determinadas ocasiones.
 
Otro aspecto cultual era la existencia de caballos consagrados a los dioses, de diferente color según fueran los seres supremos a quienes se dedicaban.
 
A los sacrificios se añadían las prácticas adivinatorias por medio de lanzas, conforme a la pata con que piafaran los caballos sagrados o por trozos de madera, blancos y negros, que se sacaban en un lugar oscuro. El blanco indicaba la prosperidad de la empresa que se iniciaba y el negro lo contrario.
 
Los eslavos orientales tenían por dioses a Perun, llamado Perkunas entre los lituanos, señor del rayo y el trueno, que hería con el fuego y enviaba la lluvia y la tranquilidad o calma atmosférica; y Volos, deidad de los rebaños.
 
Los documentos rusos hablan de otro dios, Svarog, considerado como señor del fuego y padre de Dajbog, o dios Sol. Svarog, que se conoce también con el nombre de Svarosich, forjaba las armas y establecía las leyes. A ellos puede añadirse Jors, el Sol radiante, cuya personalidad admite su identificación como un epíteto de Dajbog o viceversa. Mokoch acaso fue una diosa que personificaba la tierra nutricia, o sea el suelo húmedo que permite la fertilidad de los campos.
 
No se tiene ningún indicio de que los eslavos del Este tuvieran templos, culto organizado y el sacerdocio correspondiente al mismo. Pudiera ser que Perun se venerase en una colina, rodeada de un foso, en la que se depositaban armas y, especialmente, escudos de oro. El recinto incluía, según las últimas investigaciones, si se han de considerar plausibles, ocho prominencias en forma de media luna, en las cuales quizá se encendía un fuego sagrado, en el período lunar correspondiente a la forma expresada, y en la confluencia y el centro de las mismas estaría la estatua de Perun.
 
Esta religión no revela en sus vestigios presentes que existiera una mitología, cosmogonía o credos fijos, a manera de dogma. La investigación en este sentido no ofrece más que hipótesis, que se han de aceptar con reservas. No se debe dar a los datos obtenidos sino un alcance, particular.

Los eslavos de Pomerania o bálticos presentan, en el estado actual de los conocimientos, un paganismo tardío en relación con los avances del cristianismo. Se trata de una religión oficial, estatal, por decirlo así, de expresión mucho más concreta y arraigada que las anteriores, cuyos culto y sacerdocio encierran gran similitud con las creencias de la isla de Rügen. Así en Riedegost, la actual Mecklemburgo-Strelitz, había un recinto sagrado, que abarcaba un gran bosque virgen, en el que se alzaba un templo de madera, cuya base sostenían astas de toda especie animal. En su interior había imágenes, provistas de nombre determinado y cubiertas de armas.

Su dios principal era Zuarasiz. No obstante, éste desaparece de las fuentes posteriores. Otra divinidad era Triglav ("tricéfalo"), representado por un ídolo de tres cabezas, con un solo cuello y una venda que cubría sus ojos y bocas. Su tricefalia significaba, aparte la omnividencia, que ponía al alcance de sus adoradores los tres imperios del cielo, tierra e infierno. Su medio de adivinación era un caballo negro.
 
No es posible establecer un paralelo entre los dioses eslavos y otras divinidades indoeuropeas, ni apenas entre los diferentes seres supremos eslavos, a no ser que se lleve a cabo sobre datos tan tenues como los que se poseen al presente. Las fuentes permiten vislumbrar otros dioses secundarios y peor conocidos que los principales.
 
 
 

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