miércoles, 14 de marzo de 2018

ANIMALES SAGRADOS EGIPCIOS


Es imposible tratar de todos los dioses del panteón egipcio dada su enorme riqueza. Aquí nos referiremos únicamente a los más destacados, al mismo tiempo que procuraremos describir el parentesco que los une a otras deidades, cuáles son sus caracteres, el aspecto de que se revisten, etc., con el propósito de facilitar su reconocimiento iconográfico.

La plétora de divinidades en Egipto no es sino el reflejo de la situación del país en el período prehistórico, a pesar de los esfuerzos reductores llevados a cabo por las teologías y mitologías oficiales.

Los dioses más antiguos, que señorearon en una porción de la tierra egipcia, se vieron sometidos, llegada la unificación política, a las deidades más poderosas, las cuales cambiaron y alcanzaron nuevas funciones en relación con el crecimiento o de crecimiento de su importancia, sin reparar en cuál era su sexo. Muchos de ellos son seres híbridos, o tienen por símbolo determinados animales, lo cual, en uno y otro caso, expresa su índole totémica. No estatá de más exponer, a modo de ejemplo la evolución sufrida desde los orígenes por algunos dioses principales.

Como casi todos los pueblos primitivos, los egipcios rindieron culto desde épocas remotas a las fuerzas y partes de la naturaleza (cielo, tempestad, viento, etc.). Entre ellos destacó el consagrado a la diosa madre, representante del poder de fecundación tanto en Egipto como en Creta, Siria, Anatolia o Grecia.

La madre aparece como fuente de vida y simboliza la fecundidad, y como ésta surge de la tierra, creadora de hombres, animales y plantas, la diosa madre se convirtió en la divinización de la tierra madre.

El universo consta también del cielo, que tanta importancia tiene en la vida de los nómadas, y por ello la diosa madre pasa a ser la diosa del cielo; se convierte, por lo tanto, en la deidad primordial de la que procede cuanto vive. Puesto que equivale a la fecundidad, es asimismo la diosa del amor y, como toda vida perece, de la muerte; también, porque los muertos se confían a la tierra, es diosa de los muertos y, por extensión, de la guerra.

Esta importante deidad primitiva aparecerá en época histórica como Nejbet y Uadet, diosas protectoras de los reyes, cuyos atributos son respectivamente la cobra (animal de la tierra) y el buitre (animal del cielo). Muchos siglos después Uadet (que suele transcribirse Uadjet) se transforma en divinidad de los partos, función en la que persiste la primitiva noción de fecundidad.

Hathor, diosa de Afroditópolis, tiene el carácter de divinidad de los placeres y del amor, por lo cual lo es de la fecundidad, del cielo, de la tierra, y, por consiguiente, de los muertos. Recibe asimismo el nombre de Aménti y sé representa como una vaca o una mujer con la testa de dicho animal, o provista de las astas de éste, que lleva el disco solar entre los cuernos liriformes; es, además, la esposa de Horus.

Basten estos ejemplos para evidenciar la pervivencia en tiempos históricos de los caracteres primitivos en gran número de deidades de la época prehistórica. Hay dioses secundarios o genios que el pueblo aceptaba en su vida cotidiana, aunque estaban desprovistos de templos y eran dejados casi aparte en las concepciones teológicas.

Figuran entre ellos Tueris, vigorosa defensora contra los malos espíritus y protectora de las mujeres embarazadas, representada con cuerpo de hipopótamo, patas de leona, manos de mujer y rostro de cocodrilo.

Bes, de función idéntica a la anterior, además de patronizar el arte del tocado, las danzas y la música, era un enano deforme y bonachón, de barba hirsuta, vientre exagerado, piernas torcidas, lengua colgante y cola de leopardo.

Hapi, el Nilo, individuo obeso vestido sólo con un faldellín y con la cabeza coronada por papiros.

Sejet, al cuidado de la fertilidad de los campós, provisto de un loto en la frente, etc.

Uno de los rasgos más chocantes de la religión egipcia consiste en el culto de los animales vivos, a los que se tenía por encarnación de las divinidades. Los más célebres fueron la gata de Bastis en Bubastis; el toro o buey Apis, símbolo de Ptah en Menfis; el chivo de Osiris en Busiris y Mendes; el carnero de Amón y el de Jnum respectivamente en Tebas y Elefantina; el cocodrilo de Sebek en el-Fayyum; el buey Mnevis, encarnación de Ra en Hermópolis, y el buey Bukis, símbolo de Montu en Hermontis, etc.

En la exposición que sigue se procura describir dentro de lo posible a los dioses más importantes, según el lazo de parentesco que los une, expediente tal vez discutible, pero que facilitará nuestra labor.

Ra ("Sol") es un dios cósmico, señor de Heliópolis, que se asimila a Jopri como sol de la mañana y a Atum como el de la tarde; se representa en la iconografía como un halcón de cabeza coronada con el disco solar.

Jopri, venerado en la misma ciudad, equivale a Ra y Atum y es un hombre de testa de escarabajo.

Amón, señor de Tebas, dios del cielo, identificado con el Sol con el nombre de Amón-Ra, ostenta forma humana, tocada con dos grandes plumas, y su animal sagrado es el carnero de cuernos bajos o la oca del Nilo, sobre todo el primero. Está casado con Mut, con quien tuvo a Jonsu.

Mut ("Madre"), deidad de Karnak, es la esposa de Amón, como hemos visto, que representa un buitre o una mujer con la corona doble del Alto y el Bajo Egipto.

Jonsu, el hijo de ambos, o dios-Luna, se simboliza por medio de un niño con caracteres regios, sobre cuya cabeza aparece el disco lunar.

Osiris, señor de Busiris, tiene el título de rey de los muertos. Plásticamente se representa como un hombre en forma de momia, provisto de un bonete, alto y cónico, rodeado de plumas. Es esposo de Isis y padre de Horus el Niño, y su animal sagrado es el chivo.

La primera, compañera y protectora de Osiris, aparece como una mujer que lleva en la cabeza una silla, jeroglífico de su nombre. Horus el Niño, joven príncipe desnudo, con un dedo metido en la boca, se simboliza con el halcón, su animal sagrado. Horus el Grande, otra forma del mismo, con autoridad en Behdet, es dios del cielo y el antepasado de la dinastía faraónica, simbolizado asimismo por el halcón, ave que se emplea para representarle en la iconografía, en la que además puede adoptar el aspecto de un hombre con el disco solar en la cabeza. En Heliópolis recibía el nombre de Harajte, padre de la Enéada heliopolita y dios de cabeza de halcón, coronada por el disco solar; su animal sagrado es el ave mencionada.

Seth, señor de Ombos, antagonista de Osiris, hermano suyo y esposo de Neftis, posee el carácter de dios guerrero al servicio del Sol, y le simboliza un combatiente, de fantástica cabeza, orejas largas y hocico chato.

Neftis, cuyo centro estuvo en Dióspolis Parva, asistente de Osiris e Isis, esposa, como se ha dicho, de Seth y madre de Anubis, aparece como una mujer que lleva sobre la cabeza el jeroglifico de su nombre.
 
Anubis, hijo de los dos últimos dioses (aunque su parentesco varíe según los lugares), es la divinidad de la momificación y, en cierta manera, de los muertos, dotada de cabeza de chacal, su animal sagrado.
 
Ptah, señor de Menfis, patrón de los escultores y herreros, se presenta como un personaje momificado, de cabeza afeitada, que empuña un cetro. El buey Apis es su animal simbólico. Está casado con Sejmet, quien le dio a Nefertum.
 
Sejmet, señora de Rehesu y diosa guerrera, es una mujer con cabeza de leona.

Nefertum, adorado en Menfis e hijo de las dos deidades anteriores, se representa con la cabeza coronada por una flor de loto.

Shu, señor de Leontópolis, hijo de Ra y esposo de Tefnut, se presenta como un hombre con una pluma de avestruz en la cabeza; es el dios cósmico identificado con el aire.

Tefnut, venerada en Oxirrinco, diosa cósmica como su esposo e identificada con la humedad, se simboliza con una leona o una mujer de testa de leona. Su hijo es Geb, casado con Nut.

Thot tiene en Hermópolis, su ciudad, el carácter de deidad de la escritura, el cómputo del tiempo y la Luna. Sus animales sagrados son el ibis y el babuino, y su esposa se llama Sehat. Le simboliza un personaje de testa de ibis, con el disco lunar sobre la cabeza.

Sehat, la cronista de los dioses, aparece como una mujer vestida con una piel de leopardo y portadora de un cálamo y un tintero.

Jnum, señor de Elefantina, modelador de los seres en un torno de alfarero y esposo de Satis, está representado por un carnero y, en las obras plásticas; como un dios de testa de carnero con los cuernos horizontales. Su esposa Satis, también de Elefantina (se la tiene asimismo por hija de Jnum), es la diosa de la primera catarata y, en la iconografía, una mujer con la corona del Alto Egipto combinada con dos cuernos en forma de lira.

Otras deidades son, por ejemplo: Atum, el sol de la tarde, que representa un rey provisto de la corona doble; la diosa guerrera Bastis, mujer de cabeza de gato, su animal sagrado; Anukis, hija de Jnum; el dios guerrero Montu, de cabeza de halcón o de toro, armado con un hacha y un arco, al que simboliza el toro Bukis; Selkis, que sanciona los crímenes y madre de Harajtes, escorpión con cabeza de mujer o mujer que lleva un escorpión sobre la cabeza; Neit, madre de Ra según la teología de Sais, mujer que exhibe la corona del Bajo Egipto y empuña un arco con dos flechas; Jentamentiu, la deidad chacal de Abidos, que se identifica con Osiris desde el Imperio Medio; Sebek, cocodrilo u hombre con testa de cocodrilo, hijo de Neit y esposo de una de las siete Hathores, cuyo animal sagrado es el cocodrilo; Min, divinidad de Coptos, personaje en forma de falo, que blande un azote, fue el dios de las caravanas del desierto; Maat, hija de Ra, especie de Logos femenino en la teología de Heliópolis, mujer con una pluma de avestruz en la cabeza, la cual servía para escribir su nombre, etc.



 

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